LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS
La evolución social y educativa de los últimos años del siglo XX, nos ha hecho avanzar y entrar en el siglo actual, con un horizonte más claro a un modelo de educación inclusiva, que implica y exige a los centros educativos disponer de recursos de todo tipo, adecuados para atender al conjunto de la población en toda su diversidad.
Este modelo es coherente con el modelo democrático de mejora social permanente; resulta contradictorio que pretendamos educar para la convivencia, la diversidad y la igualdad y que niños y niñas que viven en el mismo barrio, comparten juegos y casas, etc, tengan que separarse a la hora de la escolaridad, por sus diferencias o necesidades educativas, existiendo modalidades educativas que evidencian segregación desde la propia escuela.
El planteamiento educativo desde la base, ha de cambiarse para la consecución real de una inclusión social y educativa: Sólo si convivimos en la diversidad, en una escuela única, sólo si nos conocemos, nos respetamos y nos valoramos, entonces podremos saborear el verdadero cambio social. Si el proceso educativo, tiene lugar en centros únicos, donde la población con discapacidad se eduque dentro de la escuela ordinaria, donde se les prepare para la vida con todas las diferencias que ello conlleva; entonces se podrá disfrutar de la riqueza de la diversidad y podremos comenzar a hablar de una sociedad inclusiva. La separación y segregación en ningún caso favorece la inclusión ni en la escuela ni en la sociedad.
El planteamiento ya desde la antigua LOE permitía y favorecía la educación inclusiva, ya que promovía tanto la autonomía de los centros como la flexibilidad del sistema en todos sus aspectos.
España fue uno de los países pioneros en firmar y asumir la Convención de la ONU sobre derechos de las personas con discapacidades y ello está obligando a la revisión de toda la normativa vigente en estos últimos años. Los avances en la concepción de la discapacidad, en los métodos de evaluación psicopedagógica, en las técnicas de diagnóstico, abren la posibilidad de que la inclusión educativa se convierta en un hecho en los centros docentes.
Existen normas de carácter universal, que recomiendan la educación inclusiva como necesaria para una justicia social y democrática; No es una apuesta caprichosa de una parte del sector educativo, sino un modelo aceptado y defendido globalmente por organismos internacionales; son claros ejemplos:
Declaración de los derechos del niño (1959); Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación racial (1963) Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1990); Declaración mundial sobre educación para todos (1990); Declaración de Salamanca (1994); Convención internacional de la ONU
sobre los derechos de las personas con discapacidad (2006); Conferencia Internacional “La educación inclusiva: vía para favorecer la cohesión social” (Madrid, 2010) o la Declaración de la XX Cumbre Iberoamericana “Mar de Plata” (2010). Centrándonos en la Unión Europea, destaco: La Carta social europea (1996); La Carta de Luxemburgo (1996); La Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea (2000); La Resolución Hacia una Europa sin barreras para las personas con discapacidad (2001); La Declaración de Madrid (2002) o el Dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CESE): “Educación para la inclusión: un instrumento de lucha contra la pobreza y la exclusión social” (2010).
Los cinco centros educativos de Aprosub, desde octubre de 2014, nos hemos sumado al proceso de Transformación de Centros Específicos que desde Plena Inclusión España se ha creado, y desde ahí, avanzamos en el análisis de nuestra posición desde el punto de vista de la inclusión educativa, dónde nos encontrábamos, cómo lo estábamos haciendo, hacia dónde nos dirigíamos, y con qué apoyos contábamos en el marco nacional y autonómico.
En estos últimos cuatro años, como integrante de los equipos docentes de la entidad, el equipo de educación, y dentro del citado proyecto de transformación del que formamos parte más de 30 colegios de educación especial de España, hemos tenido la oportunidad, de realizar nuestra propia autovaloración a través de diversas herramientas, nos hemos comprometido, planificado acciones encaminadas fundamentalmente a la inclusión educativa y a ser más visibles e inclusivos socialmente. En definitiva hemos ido avanzando en ese proceso de metamorfosis de la educación que queremos y que desde Aprosub se apuesta; queremos un sistema educativo inclusivo que reconozca que hay diversidad de alumnado, con características diferentes, formas de aprender y necesidades diversas, un sistema educativo que crea y quiera educar creyendo en que con la diversidad y la inclusión se crece.
El compartir experiencias y buenas prácticas inclusivas, a las que hemos llamado nuestras micro transformaciones, con centros de toda España, nos ha hecho dar más llama a la profunda idea de que sólo habrá una verdadera educación inclusiva si existe una transformación social; desde la entidad, apostamos por salir fuera, sensibilizar a las nuevas generaciones, educándolas en el conocimiento, atención y apoyo de las personas con discapacidad intelectual (pdi), considerándolas como ciudadanos de pleno derecho.
Sumarnos a este proyecto de transformación, nos ha hecho fundamentar nuestras creencias, reubicar nuestro gran referente, La Convención Internacional de los Derechos del Niño, sobre el que los retos legislativos deben de apoyarse. También nos ha hecho tomar conciencia de la fuerza que conlleva la unión de tantas asociaciones y colegios, el apoyo jurídico, los profesionales de la investigación y formadores en universidades, etc, tanto a familias como a docentes. Hoy por hoy somos la única entidad andaluza sumada al proyecto, con lo que nos impulsa a servir de gancho a otros que deseen sumarse con los miedos e incertidumbres e inseguridades que ello conlleva.
Son muchos los retos no sólo desde las Administraciones Públicas, sino de transformaciones pedagógicas y de estructura interna de los centros educativos.
Todo esto nos lleva a configurar un horizonte más cercano y concreto, una única escuela ordinaria, siendo a la vez muy extraordinaria, inclusiva que adapta recursos, los transforma y los amplía a todas las etapas educativas.
Algunos de los retos que el enfoque inclusivo engloba, ya con certeza son entre muchos:
- La Transformación de los centros de educación especial en centros de asesoramiento, apoyo especializado y recursos, dirigidos a la adecuada atención educativa del conjunto del alumnado.
- La incorporación del profesorado de apoyo y de los orientadores necesarios en los centros ordinarios, que haga realidad la atención educativa de calidad al conjunto del alumnado escolarizado.
- La asunción de la autonomía de los centros, por parte de sus profesionales y de toda la comunidad educativa, para elaborar diseños curriculares universales y establecer normas organizativas que permitan y favorezcan la educación inclusiva.
- El mantener programas de actualización y perfeccionamiento para directivos, inspectores de educación, profesorado y otros profesionales de la educación, que promuevan la incorporación de los últimos avances profesionales a los centros.
- La promoción de medidas de apoyo pertinentes para que el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) pueda continuar su formación en los niveles de educación no obligatorios y universitarios, etc.
Cómo serán nuestros futuros colegios, qué barreas nuevas tendremos que ir afrontando los profesores de la educación ordinaria y de los centros específicos, son ladrillos que hay que ir colocando a la vez que abriéndonos camino para estar presentes en los pactos y leyes sobre educación. Para todo esto, hemos de asentar unas fuertes bases de pensamiento en nuestra sociedad, siendo éste el primer gran reto. Sólo así se hará posible y visible “La educación que queremos”.
Blanca Ortiz Lora
LICENCIA PARA LA FOTO