Exceso de apoyos: «¡No me ayudes más de lo que necesito!»
Muchas veces, la generosidad, la protección, o tal vez, la desconfianza hacia las personas con discapacidad intelectual en el desempeño de rutinas y tareas hacen que no les permitamos desarrollarse plenamente en la totalidad de sus capacidades.
Ayudar más de lo necesario a personas a las que prejuzgamos porque creemos que no tienen la suficiente capacidad para desarrollar tal tarea puede ser sinónimo de desconocimiento. Desconocimiento de capacidades y de un buen sistema de apoyos.
Pero, ¿Qué son los apoyos?
Los apoyos son recursos y estrategias que facilitan el desarrollo, la educación, el interés y bienestar personal y que favorecen el funcionamiento individual. Los apoyos podemos clasificarlos de acuerdo a la intensidad de los mismos. En base a ello identificamos cuatro tipos: generalizados, extensos, limitados e intermitentes.
Los apoyos son personalizados. Para facilitar y garantizar el desarrollo de las personas con discapacidad intelectual debemos proporcionarles apoyos apropiados.
Tipos de apoyos
Vamos a definir la clasificación anterior en base a lo que requiere la persona.
- Apoyo generalizado: Se produce cuando la necesidad de apoyo es de forma constante y de alta necesidad. Por ejemplo: la persona necesita ayuda para comer ya que por sí misma no puede hacerlo.
- Apoyo extenso: Supone la necesidad de apoyo de forma regular o continua en algunos ámbitos y entornos. Por ejemplo: para vestirse correctamente.
- Apoyo limitado: Cuando se requiere de forma regular durante un periodo de tiempo corto pero definido. Por ejemplo: para sacar dinero del cajero automático.
- Apoyo intermitente: La necesidad de apoyo es de forma esporádica. Por ejemplo: cuando viajamos a una ciudad que no conocemos.
Ejemplo: caso de exceso de apoyo
Ya sabemos que son los apoyos. Ahora pongamos ejemplos de «exceso de ayuda”:
Miguel y Juan son los encargados de los recados de la casa donde viven junto a dos compañeros más. Hoy toca hacer la compra de la fruta y la verdura.
A Miguel le encantan las matemáticas por lo que todos los compañeros han decidido que sea el tesorero de la casa ya que con las cuentas nadie le gana. Juan le acompaña en los recados porque Miguel tiene una discapacidad visual grave.
Hoy toca la compra de las frutas y verduras de la semana. Al llegar a la frutería se encuentran que Ana, la dependiente que siempre los atienden no está porque se ha quedado en casa por un resfriado. En su lugar los atiende un chico nuevo.
Juan le va diciendo a Miguel los diferentes precios de las frutas y Miguel va escogiendo lo que quiere comprar según el presupuesto que ha asignado a la compra semanal para frutas y verduras. Las operaciones mentales que Miguel va haciendo para no pasarse del presupuesto llevan algo de tiempo y esto comienza a impacientar al nuevo dependiente.
El dueño de la frutería ve la situación que se está produciendo y temiendo que a su nuevo dependiente se le agote la paciencia decide ofrecerles a Miguel y Juan hacerles la compra que suelen hacer todas las semanas y llevárselas a su casa sin costes de envío, gratis.
A Miguel y Juan les da vergüenza rechazar el ofrecimiento del dueño de la frutería y aceptan el trato. Cuando salen de la frutería y van por la calle Miguel y Juan van tristes. A Miguel le encanta hacer sus cálculos mentales en la tienda para intentar ahorrar algo del presupuesto asignado y a Juan le encanta comprar siempre algo diferente a lo de todas las semanas.
En este ejemplo hemos visto como un apoyo tan sencillo y prudente como un poco más de tiempo no ha sido gestionado correctamente, a la vez que un exceso de ayuda innecesaria ha originado la desilusión de Miguel y Juan.
Entender los apoyos, identificar capacidades, empatizar con la persona y no con las etiquetas son estrategias necesarias para que las personas con discapacidad intelectual puedan vivir una vida plena.
Autores: Grupo de Autogestores y persona de apoyo del centro Futuro Singular Córdoba en Palma del Río.