ENTREVISTA EN PRIMERA PERSONA: «Un verano sin Castro del Río no es lo mismo»

Resumen

El voluntariado es una experiencia personal increíble. Un verano sin Castro del Río ya no es lo mismo.

Ellos son Carmen y Juan Miguel. Son pareja y llevan 8 y 7 años respectivamente haciendo voluntariado en nuestra Escuela de Verano Inclusiva de Castro del Río. Desde el primer año, su vida ha cambiado bastante. Ahora tienen un empleo estable, son funcionarios, viajan por todo el mundo… pero siguen volviendo, año tras año, a hacer voluntariado en nuestra Escuela de Verano Inclusiva… ¿Por qué será?

¿Cuándo comenzasteis a hacer voluntario en la Escuela de Verano Inclusiva de Castro del Río?

Llevamos desde 2012 (Carmen) y 2013 (Juan Miguel) haciendo voluntariado aquí, salvo los años que no hubo Escuela por la pandemia y el año de las oposiciones. Los dos hemos hecho Magisterio, aunque nos hemos presentado en distintos años.

¿Qué os motivó a ello? ¿Por qué aquí y no en otro lugar?

Carmen: Cosas del destino, todo pasa porque tiene que pasar. En el segundo año de carrera nos las ofrecieron en la facultad.

Juan Miguel: nuestra facultad tiene relación desde hace muchos años con el Centro de Castro del Río. Ramón y Rubén, profesionales del centro, mantienen relación con Francis, que es profesor en la universidad. Cada año, a los alumnos de segundo, les dan una charla para explicarle el voluntariado en la escuela de verano. Y así la conocimos.

Carmen: Desde que llegué vi que todo era diferente. Las actividades, la relación con los monitores, con el alumnado… El crecimiento personal y profesional era completamente diferente al que encuentras en otro lugar. Yo en aquel momento no era nada atrevida. Ni para conducir, no para hacer viajes sola…para nada. Y algo me dijo que esto tenía que hacerlo. Y el primer año me vine sola y desde entonces no he faltado, salvo el año del Covid y las oposiciones como te comentaba antes.

Juan Miguel: Yo soy un año menor y esa charla la recibí un año después. Me pasó exactamente lo mismo y además ya tenía sus referencias. Así es que no lo dudé.

Vuestra vida ha cambiado bastante desde aquel momento… ¿Qué os anima a seguir viniendo año tras año?

Carmen: Hemos tenido años complejos. El año que oposité, me examiné un viernes y del domingo ya estaba aquí, en Castro del Río, y sabía que me venía siendo maestra. Otro año llegamos de un Crucero un sábado a las 23.00h y el domingo estábamos camino de la Escuela de Verano Inclusiva.

Es que ya un verano sin Castro del Río no es lo mismo.

Me voy de aquí llena de alegría, es una satisfacción personal inmensa. Un cúmulo de emociones…aquí todo lo malo se va, porque se relativiza mucho. Las “cosas malas” de tu vida, se quedan insignificantes.

¿Cuál diríais que es la mayor aportación personal que os hace este voluntariado?

Juan Miguel: es que no sé cómo explicarlo. Siempre nos movemos por un beneficio económico, ya no se hace nada “gratis”.

Hacer voluntariado en lo único que haces por ti mismo, sin esperan ninguna compensación material a cambio. Esa es una sensación de bienestar que no se encuentra en otro sitio. A mí esa sensación sólo me la da esto. Echo la semana y me voy como venía a nivel económico, pero a nivel personal es enorme, son sentimos bien.

Hay muchos niños y niñas que pueden ir de vacaciones con sus padres, pero hay otros muchos que este es su único espacio para el ocio y para disfrutar las vacaciones de verano. Y nosotros estamos contribuyendo a eso.

Carmen: Es que ves cómo se lo pasan tan bien y disfrutan tanto desde que están en el autobús… Hay una niña, Claudia que a los cinco minutos de llegar ya está en la piscina. Su madre nos dice que aunque se sienta mal y le duela algo, nunca se quiere ir a casa.

Juan Miguel: Es una clase práctica constante, Aunque en la universidad se estudie la inclusión, la inclusión no se practica si no vienes aquí.

Un ejemplo, hay un niño con parálisis cerebral al que le encanta bailar. El otro día quería subir al escenario y en cuanto sucedió ya se juntó un grupo de niños sin discapacidad subiéndolo al escenario para bailar.

Hace 20 años aún había segregación, veías a niños con discapacidad apartados. Aquí eso ya no existe, aquí la inclusión está desde el día uno.

Un niño sin discapacidad asume el apoyo a un niño con discapacidad de una forma natural, no hay que decirle nada. Además, desde el primer día, cada niño sin discapacidad se une a otro con discapacidad y permanece siempre siendo apoyo.

Aquí hemos aprendido muchísimo porque son “prácticas” que no das en otros lugares. Esto no se estudia en la universidad y se vive en unas prácticas “normales”.

¿Qué mensaje daríais a otras personas que dudan en hacer o no voluntariado?

Carmen: Yo animaría a todas las personas que lo están pensando. Aquí no importa madrugar, ni el calor….yo me voy mucho más llena con una semana aquí que una semana en otro lugar de vacaciones. No conozco a nadie que no se vaya feliz y con una experiencia positiva. Si alguien duda…yo me atreví y es lo mejor que hice.

Juan Miguel: Tiene algo que engancha. Y no tiene nada que ver con que estés estudiando Magisterio. Aquí hay estudiantes de Derecho, de Audiovisuales… que igualmente se han ido llorando al acabar el voluntariado.

Esto ya forma parte de mi vida y si no fuera voluntario, creo que no vendría. Me gusta la sensación de hacer esto sin contraprestación económica, sin publicarlo, sin decírselo a nadie. Es una experiencia personal increíble, hacer algo sin esperar nada, sólo por el disfrute personal y la experiencia.

Creo que, si además eres de la rama educativa, creo que esto debería ser obligatorio. Me gusta que se mantenga ese vínculo con la universidad que sigan viniendo estudiantes. Este año nos invitaron a participar en la charla. Rubén nos llamó para exponer nuestra experiencia como veteranos. Nos gustó mucho.

Eugenia es una estudiante que nos escuchó en la facultad y que se animó y ahora nos está viendo aquí. Es una sensación increíble