Entrevista a Antonia Romero. Envejecimiento en personas con discapacidad intelectual.

Antonia forma parte de nuestra fundación desde 2007.

Su experiencia en la dirección de “El Salvador”, centro de personas mayores en Pedroche, nos inspira esta entrevista orientada en los procesos de envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual.

Antonia ¿Por qué crees importante desarrollar procesos específicos para prestar apoyos a personas con discapacidad intelectual en su envejecimiento?

El envejecimiento de estas personas provoca cambios significativos en todos los ámbitos de su vida, y en la de sus familiares. Cambios que pueden causar un deterioro importante en su calidad de vida.

Nos tenemos que adelantar para favorecer su adaptación al entorno y a todos los cambios biopsicosociales asociados al propio envejecimiento.

El proceso de envejecimiento es dinámico y distinto en cada persona por eso nos encontraremos perfiles, necesidades y situaciones diferentes que se deben afrontar con todos los recursos necesarios, (sanitarios, sociales, tecnológicos) para mejorar el bienestar de cada persona de forma específica.

¿Cómo valoras el proyecto de envejecimiento puesto en marcha por Futuro Singular Córdoba?

Es un proyecto novedoso, ambicioso y necesario, basado en el estudio y seguimiento de la persona y su situación a través de intervenciones específicas y centradas en cada una de ellas.

Es complicado situar la edad de envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual por eso es importante poder anticiparse a sus demandas y poder garantizarle así un envejecimiento activo y saludable.

Desde tu experiencia como directora del centro de atención a personas mayores, ¿Crees que los centros no específicos también están adaptando sus apoyos para asumir el envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual?

En España hemos evolucionado muchísimo en este ámbito.

Antes, muchas de las personas que no tenían problemas psiquiátricos, pero sí discapacidad intelectual, eran internados en centros psiquiátricos.

Hacia el año 1986 con la reforma psiquiátrica, la mayoría de estas personas pasaron a residencias de mayores.

En la residencia donde trabajo, por ejemplo, se firmó un convenio con Salud Mental y se concertaron 15 plazas. Llegaron personas de diferentes edades y con características muy particulares. Tuvimos que improvisar para darles los apoyos que demandaban, que, además, eran diferentes a los de los usuarios que teníamos.

Hoy en día considero que los centros y los profesionales (psicólogos, educadores sociales, atención directa…) están cada vez más especializados y formados en el ámbito de la discapacidad intelectual, aunque no trabajen en centros específicos.

Cuales son, en tu opinión, las claves para que los centros no específicos afronten esta realidad.

Creo que hay varias:

Primero formar a los profesionales en el ámbito de la discapacidad intelectual.

Aplicar la metodología centrada en la persona durante todo el proceso: en el ingreso, la adaptación y después durante la convivencia.

Adaptar las actividades y talleres ofrecidos en los centros para potenciar las habilidades y capacidad de cada persona durante su envejecimiento.

Seguir fomentando su inclusión y las relaciones sociales.

También es imprescindible realizar un seguimiento continuo de la situación de la persona con valoración de un equipo multidisciplinar para anticiparse a los problemas y necesidades que irán surgiendo en esta etapa.

Y de forma transversal, innovar técnicas de intervención a través del uso de nuevas tecnologías.