Autogestores: evita decir “pobrecito”, merecemos respeto.

El lenguaje con el que muchas personas se dirigen a nosotros, las personas con discapacidad intelectual, es importante para sentirnos respetadas y sentir que formamos parte de la comunidad como cualquier otra persona.

Aunque estamos en 2020 y reconociendo que se ha avanzado mucho en la forma de percibir las personas con discapacidad intelectual, aún escuchamos “probrecito”, está “malito” o “los niños y niñas” cuando estamos realmente en edad adulta.

Lenguaje inapropiado

Este, es para nosotros un lenguaje lastimero e inapropiado que se acerca más a “la pena” que al respeto hacia a nosotros. Tener discapacidad intelectual no es sinónimo de pobreza o desgracia y mucho menos de enfermedad. Las personas con discapacidad intelectual tenemos las mismas enfermedades que el resto de las personas, pero la discapacidad en sí, (física, sensorial o intelectual) no es una enfermedad.

Igualmente nos sentimos ofendidos cuando se habla de nosotros o se dirigen a nosotros como niños y niñas cuando ya hemos superado la edad infantil. Como el resto de las personas, nuestras actividades, nuestros deseos y nuestra perspectiva ante la vida, responden a la adultez cuando la hemos alcanzado, por tanto, nos podemos sentir ofendidos cuando, aún así, se infantiliza nuestra vida o el lenguaje que se emplea hacia nosotros.

No somos superhéroes

Y, aunque parezca mentira, y a pesar de que estas descripciones sean más agradables o positivas que las anteriores, tampoco queremos ser tratados como “superhéroes” porque no los somos, no tenemos ningún poder mágico que nos dé capacidades sobre naturales.

Las personas con discapacidad intelectual somos personas que necesitamos apoyos determinados para realizar nuestras actividades diarias. Algunas personas necesitamos más apoyos que otras o apoyos más específicos en algunos ámbitos, pero esto no implica ni pobreza ni enfermedad.

Si es cierto, que encontramos más dificultades que el resto de las personas para conseguir nuestros objetivos y que tenemos que trabajar más para conseguirlos, pero esto tampoco nos posiciona como “seres especiales”.

Merecemos respeto

Nuestro trabajo diario, esfuerzo y superación ante las dificultades merecen respeto, igual que nosotros lo procuramos al resto de las personas. Entiende que el lenguaje con el que te dirijas hacia nosotros o hables de nosotros, es importante para honrarnos y hacernos sentir personas respetadas y respetables.